jueves, 21 de octubre de 2010

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Bajo el faldón

Las tres viejas están sentadas a la mesa, tapadas las piernas con la falda camilla, por eso de no coger frío a estas edades. Están sentadas mirando sus cartones, aunque más pendientes de los de las otras que de el de ellas mismas, no vaya a ser que tachen más números que una, que la cosa no está para perder una línea, o un bingo, que es peor.
Ya saben mucho, eso dicen ellas, de la vida, Son viejas y lo están ,que es lo peor de todo. Se conocen desde niñas, mejor que nadie, cuentan, pero desconfían continuamente de todas, porque se saben cuervos de mal agüero. Se critican desde el cariño, no lo ponen en duda, pero esperan a que una se levante para comérsela viva y no dejar ni rastro, o acaso los huesos, para que cuando venga la muerte, los chupe, por eso de llevarse algo a la boca, que como han pasado mucha hambre desde la guerra no les gusta dejar a nadie sin "sutrozopan".
Se buscan para encontrarse porque una no es "naide" sin las otras. Y se sientan a comer lo que puedan para charlar de las cosas del vivir, que no son pocas.Porque lo que son las cosas del querer, ni una ha probado de ese manjar tan exquisito, dicen. Vírgenes como la misma Virgen, o más, según cuentas las malas lenguas, no saben lo que es varón, pero hablar,hablan de ellos, y con mucho gusto, ya que "el que no llora, no mama", dicen riéndose picaronamente. Como si en ello les fuera el último aliento de vida. O de amores.

Entonces entra la criada y,al escucharlas, no puede dejar, aunque quiera, de sonreir al oir a estas cuatro chiquillas hablar de amoríos y de penas, de vidas y de ocasos, De hambres y de guerras.
Total,la vida son dos días y ellas están en sus últimos minutos.

3 comentarios:

Equilibrista dijo...

Me ha encantao como lo cuentas. He conocido alguna de esas viejas y es que es así... Tú cuentas lo que se ve y lo que se oculta con mucho arte. Muy bueno, Anatxu

Besitos

Anatxu dijo...

>Gracias,compañero....Son esas gentes que tanto me gustan de las que ahora me alimento. Y es un placer, te lo aseguro.
Besitos. Nos vemos.

Carmen dijo...

Para lo bueno y para lo malo vivo en un pueblo, y en el mío hay muchas abuelas como las de tu relato. Encantadoras, maravillosas, entrañables...ojalá se hagan muy largos sus últimos minutos.

Un beso.